martes, 8 de febrero de 2022

SEGUIMOS CON LOS VALORES

Vamos a hablar de la fortaleza, esto no quiere decir que seamos personas forzudas, es una virtud que como todas necesita esfuerzo para vivirla, es decir coherencia, vivir de acuerdo con lo que uno cree y muchas veces sufrir la incomprensión antes que romper la armonía de lo que pensamos y vivimos.

Si pienso -y con razón porque es así- que el aborto, la eutanasia y miles de aberraciones que más vale no nombrarlas porque se ponen los pelos de punta, y que son inhumanas, pero como es una ley (maldita ley que es abuso de ella misma), lo tolero y no pongo todos los medios para que se anule y acabar de una vez con estas aberraciones y crímenes, coopero en ello. Quizá puedo pensar: "yo no lo voy a hacer” pero soy valiente y defiendo lo que pienso “o me duermo en los laureles” como dice un refrán. La contestación es obvia.

Los que tienen cargos públicos influyen mucho en la sociedad, pues son una autoridad por eso han de ayudar; ahí está la fortaleza y tienen que ayudar defendiendo la moral, ahí está la fortaleza,  y no en ir a su bola.

Cito una frase de Aristóteles: “El hombre íntegro se complace con las acciones virtuosas y siente desagrado por las viciosas, lo mismo que a un músico le deleitan las buenas melodías y le molestan las malas” y Chesterton: “Las personas estamos diseñadas para llevar a cabo una conducta coherente entre lo que pensamos y lo que hacemos y con coherencia, por las incoherencias de nuestros actos pagaremos un precio fortísimo de sufrimiento”.

Pues recapacitemos y manos a la obra.

Atentamente,


Conchita del Moral Herránz

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