La familia es la célula en donde
nace la sociedad civil. Romper el vínculo conyugal ataca a la raíz de la
convivencia humana. En varias democracias el individualismo ataca a
desmoronarse la familia, si se obstaculizan los derechos individuales es
difícil mantener un compromiso, dice Allan Bloom: “En la lógica de la libertad
desvinculada ya no son los hijos los que se marchan, son los padres quienes les
abandonan”.
Es lamentable la situación y se
está extendiendo en este mundo de hoy.
La cultura del sexo, no sé cómo
se atreven a llamarle cultura, es ignorancia, egoísmo, ahora no quieren
matrimonio como Dios manda, uno con una para siempre hasta la muerte.
Si la familia, o sea el
matrimonio que está pactado como Dios manda, hombre y mujer y de cuyo amor
vienen los hijos. Y si los que las forman van bien, se quieren, se ayudan. Los
padres educan a los hijos, los hijos les obedecen y ayudan, hay unidad y
respeto mutuo, de lo contrario sería un desastre.
William J. Bennett como
secretario de Educación, después de reconocer que demasiados chicos
norteamericanos son víctimas del fracaso parcial de nuestra cultura y normas
morales dice lo siguiente: “Debemos hablar del valor de la familia. La familia
es el mejor ministerio de sanidad, de educación y de bienestar”.
Pues a por ello.
Atentamente,
Conchita del Moral
Herránz
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