Hoy vamos a hablar de la virtud de la sencillez en el hablar, no siendo altaneros que parece que lo sepamos todo, y sin embargo lo que somos es presunción y dar a entender a los demás que son ellos ignorantes.
¿Cómo podemos ser sencillos? Esto no quiere decir que una persona que es sencilla es una ignorante, puede ser sabia y al mismo tiempo sencilla, porque cuida que su comportamiento pase inadvertido, en el hablar, en el vestir, en el modo de actuar que este en concordia con sus intenciones íntimas de tal modo que los demás puedan conocerle claramente, como es discreta, se adapta su comportamiento, con agilidad a la circunstancias de cada persona o situación, sin abandonar por ello los criterios de actuación personal.
Es generosa a favor de los demás y desinteresadamente y con alegría aunque le cueste esfuerzo.
La Virgen María nos da ejemplo de sencillez. Era una mujer de pueblo que se ocupaba de las cosas de la casa, cosía, hacía la comida, hablaba con los vecinos y de repente un día se le aparece un ángel con semejante embajada, que va a concebir un Hijo que viene a salvar al mundo y ese es el Hijo de Dios; su respuesta fue: ”Hágase en mi según tu palabra”. Qué mujer más sencilla y generosa.
Aprendamos pues de Ella a obedecer los planes de Dios que nos pueden venir a través de distintos modos, pues a aceptarlos y vivirlos con alegría.
Atentamente,
Conchita del Moral Herránz
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