Las madres se desviven por los hijos desde que nacen hasta que se mueren y después rezan por ellos para que se salven y vayan al cielo a gozar para siempre, pues los hijos hemos de hacer lo mismo con ellas, respetarlas, contarles nuestras cosas y seguir sus consejos y aunque chocheen quererlas igual, cuántos desvelos se han llevado con nosotros y a veces nos han tenido que decir: "Hijo eso que estás haciendo no está bien" o: "No vayas a este otro lugar, es peligroso" y a veces nos enfadamos, no nos paramos a pensar que ella quiere nuestro bien y obedezcamos.
Recuerdo a mi mamá, cuando yo era pequeña, como me enseñaba a coser, a bordar y me decía: "Niña ayúdame a pelar las patatas" yo a veces refunfuñaba, entonces me decía: "Mira" y me enseñaba un bombón, pero luego a medida que tenía más años me fui dando cuenta que ese por mi parte no era el querer verdadero de una hija y viendo todo su cariño y paciencia cambié el rumbo y ya trabajaba por amor para que ella no trabajara sola en la casa, le ayudaba a cocinar, a hacer las camas, etc. y ella estaba orgullosa.
Pues nuestra Madre del Cielo como nos sonreirá cuando acudimos a Ella con confianza; pues a por ello.
Atentamente,
Conchita del Moral Herránz
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